A estas alturas, ya sabemos la situación en la que nos encontramos. Este famoso virus (SARS-CoV-2) nos ha obligado a estar encerrados en nuestras casas por periodos largos. No dudo que muchas personas estén utilizando el tiempo de manera productiva, ya sea fortaleciendo sus relaciones familiares o incluso relajarse del estrés cotidiano que les causaba el ir a trabajar.
En mi caso, muchos de mis conocidos se han inclinado a empezar una vida con ejercicio en ella y para eso han buscado mucha guía y ayuda por medio de las redes sociales. Pequeñas rutinas de ejercicio fáciles de realizar por falta de equipo y/o espacio. En lo personal adoro esta idea ya que la gente está entrando más y más en este hermoso hábito. Sin embargo, hay algo que no me deja dormir en paz por las noches y créeme que no se debe a la falta de ejercicio.
Desinformación en el deporte
Las personas compartiendo sus rutinas, ¿Realmente saben lo que hacen o comparten? ¿Sus entrenamientos tienen pies y cabeza para poder ser compartidos con el público o solo se graban haciendo ejercicios que les parecen bonitos juntos y les inventan secuencias para así subirlas a las redes? Vaya… ¿Llevan alguna clase de seguimiento para alcanzar alguna meta? Si la respuesta es que SI, la verdad los felicito, pero si no se han puesto a pensar que la gente tiene una sed impresionante de saber, conocer e incluso de solo ver, solo analicen a la gente a la que siguen.
Tres clases de coaches
En mis años siendo entrenador físico me he topado con 3 clases de coaches.
Coaches motivadores:
Busca sacar una sonrisa en ti (espero entiendan la referencia) más que en tu rendimiento o incluso ejecución de los ejercicios. Buscan que la pases bien porque no saben cómo manejar objeciones o incluso correcciones necesarias hacia sus atletas.
Coaches Ciegos:
Estos entrenadores ponen una rutina, te explican a muy groso modo y su vista se va al celular o a la chica más bonita del gimnasio, dejando así a todos los atletas sin supervisión.
Coaches Militares:
Enojones, gritones y cuando se trata de corregir o enseñar nos hace sentir como chinches. Pero para todo hay un equilibrio y se encuentra en el conocimiento y en la práctica de dicho conocimiento.
Es por esa razón que invito a todos los entrenadores, incluso a los mismos atletas, a informarse, capacitarse y a practicar con determinación. Para no terminar diciéndole a la gente que sonría y grite en sus casas con música a todo volumen.
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